miércoles, 18 de junio de 2008

Dos escritos que Shelley mandó a la burger

1. Dummy

Empiezo el día acariciando la dureza de tus senos.
Deslizo entre ellos el índice impaciente.
Adormilado, paso sobre tu hombro,
froto tu espalda y se avivan mis sentidos.

Incluso el dorso de mi mano busca tu materia seductora,
y ansía el encuentro con tu cara, para dibujar en el aire
las cejas que enmarcan tu mirada fija y penetrante.

Es capricho saber de ti con toda la epidermis;
registrar en la memoria cada plano, cada forma
que compone a tu armonía,
y advertir el trayecto desde la sien hasta el tobillo.

Se me antoja calcular la densidad
de la sangre inmóvil que te invento.
Y con las artes de la alquimia,
llenarte de vida con la pasión que en mí
contiene la energía de los soles.

Y rasguñarte los muslos a conciencia.
Para dejar en ti un camino de signos purpúreos
como artificio detonante de los líquidos volcánicos.

Entreveo tu desnudez antes de provocarla,
y en el impulso de mi apetencia,
recuerdo tu humedad balsámica,
que en sueños me asecha.

Al anochecer me encuentro entre vaporosas sombras,
confundido,
derrotado
en mi fallida búsqueda del amor
en las cosas inertes...



2. Através del otoño

A través del otoño vivo,
en sueños vespertinos
donde el viento evapora
un manantial de agua pálida
convitiéndolo en sequía.

Del desierto brota el ramaje de un árbol
que me alcanza y se adhiere a mi cuerpo,
y un mar:
cristal de veneno, espejo de humedad...

Entonces recuerdo la lluvia fugitiva
que cautiva en el estanque
…cautiva…
y el viento a las hojas
y las hojas descienden al agua soleada,
agitándola… apenas.

Mas retumban los ecos de mi vida
y las sombras se alargan:
el tiempo transcurre,
y nada...

Entre escombros
se abren mis ojos doloridos.
Despierto en un atardecer caliente
con olor a madera quemada
y cenizas...

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