lunes, 27 de octubre de 2008

Dolci istruzzioni

Primero, comience a estirar los músculos en la dirección preferida. Parpadé siete segundos para que la pupila se lubrique y se ajuste a la intensidad de la luz. Saque la lengua y humedezca los labios. Después, compruebe la dureza del aliento aspirando el vaho y desviándolo hacia la nariz, con la mano derecha pegada a la cara, a manera de bozal. Mire con discreción hacia ambos lados, verificando la presencia de la otredad o el vacío. Incorpore el cuerpo con firmeza y discreción. Enseguida, considere el camino más directo. Camine descalzo procurando no tropezar o golpear súbitamente el dedo meñique de abajo. Una vez, habiendo sentido el inesperado frío del suelo en la planta, sabrá que está en el lugar correcto. Entonces, sujete su cabello, si es que le estorba. Tome el instrumento, aplique la pasta. Tenga a la mano un vaso con agua. Proceda. Luego, enjuage abudante.

lunes, 20 de octubre de 2008

Abismo de sombras somos

De súbito caigo ahogando la memoria,

devoro el néctar de la noche

en el manantial inagotable - que eres -

en este abismo de sombras - que somos -

Y te siento como espejismo

en una planicie desierta,

y me sé precipicio

a un paso antes del odio.

viernes, 17 de octubre de 2008

Vine como antes

Como antes, te reinvento en el largo de tu pelo
que es casi como estar a la espera de la muerte
o de algo tan oscuro y tan tibio en estos días agitados.

Como antes, vine a deshacerme de la nada que me rige,
vine a despojarme, a sacudirme.
La ceniza que traigo es polvo de hueso
y vengo a esparcirla toda entre tus muslos.

Vine a salir de mí para entrar en tus ojos:
húmedo confín entre los sueños y la carne.

Como antes, me reinvento luego en los salones de tu sexo
agitados días, a la espera de algo tan oscuro, tan tibio…

Hoy vengo a desunirte. Pero vengo, sobre todo,
a desterrarme de mí mismo.