domingo, 13 de marzo de 2011

110311

Ya no eres.
Ya no estás en el centro de esta herida.
Cicatriz que duele al tacto del recuerdo.
Negrura dispersa como polvo en el agua;
lirio marchito sobre un montón de piedras.

Ya no eres.
Ya no estás en el centro del arpa.
Tímpano que ya no escucha canto de sirenas.
Otredad distante como sombras en un páramo;
vaina reseca bajo un charco de lodo.

Ya no eres.
Ya no estás en el centro de mi mundo.
Corazón que ya no tiembla ante la imagen de tus ojos.
Rotura perpetua como espejo entre cristales;
esqueleto, calcinado y disuelto, en el viento que sopla.