Oí Mozart trazo mío
Partir de un recuerdo inexistente
para salvar la noche
es recurrir a una verdad universal,
alimentarnos de cosmos
mientras contemplamos la fugacidad del tiempo.
Partir de algo que aparenta ser nada
para salvar la noche o salvar la vida,
es sutil cadencia de estrellas que se pagan
mientras se encienden otras.
Partir hacia ti, con la intención de llegar
sin saber
y tener por hecho que nada más podrá darse por hecho,
que entre nosotros sólo la espuma
y la intuición de las cosas.
Partir de un recuerdo inexistente
es hacer memoria,
dejando entre los nuestros la angustia de los nuestros
y cernir la suerte
de tal forma
que podamos encontrarnos.
4 comentarios:
Magico
Gracias, Anónimo/a, por pasar a leer.
Me encantó.
Ese saborcito emocionante de la incertidumbre, el deseo de salvar la noche, de salvar la emoción, de salvar al deseo mismo para que no se apague.
¡Vivos tus versos!
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