El caer de los dedos sobre un teclado de computadora lleva implícita una cierta melodía, cambiante, siempre nueva. En un cibercafé esa musicalidad se intensifica en ritmo y volumen. Ahora esa pieza me deja navegar en los recuerdos de este día. Vuelvo a pensar que de veras me cayó mal el cortecito esponjado del perro french blanco que me ví antes de entrar aquí a escribir que también me pude haber puesto de malas por los cincuenta y tantos minutos de venir oyendo desde atrás de mi cabeza al caballero con audífonos que masticó chicle de plátano de Revolución a Acueducto al estilo tortillerezco. De ahí en fuera todo marchó bien si no contamos con que en la biblioteca Vasconcelos restringieron el uso del bendito messenger y me quedé no más con el gusto de haber saludado a los vigilantes de la entrada, que por cierto, ya conocen el rechinido de unos zapatos cafés que a veces me pongo cuando no me pongo los otros. Y qué tal que descrubrí que soy histérica y que a lo mejor es mi pecado recurrente, aunque hay quienes usan el término para autodescribirse y yo como que me avergüenzo aunque ahorita sin querer ya me di cuenta que esta música de las compus es curativa y bien milagrosa.
4 comentarios:
Es fascinante saber que interpretas una melodía cada vez que haces una entrada en tu blog.
Y ahorita me estoy acordando del Poema Sinfónico para 100 Metrónomos de György Ligeti. :d
Pondré más atención a esa melodía, la próxima vez. Y ahora que escribo esto escucho una tonada. Nada. Todo. ¡Vaya modo! Nada. Va.
choco Nocturno:
¿Y cuál es ese poema de los 100 metrónomos de G... de Ligeti?
0z:
Mira nada más, ahora pude hasta percibir la letra, aunque no la música que creaste...
Y ahora que escribo esto
escucho una tonada
nada
todo
vaya modo
nada
va
Es asi poético :) ...
Lo que uno gana no más de poner un poco de atención...
Publicar un comentario