sábado, 23 de mayo de 2009

Tengo atascado en la memoria un exceso citadino. El ruido de tu risa que no vino esta mañana. Un jueves con sabor a domingo... pero más que todo, me pesa ahora el haber perdido las palabras que ya antes había hallado con tantos trabajos. Me pesa y me libera. Perder un objeto amado es siempre una oportunidad tanto como un caos. Hay un luto y un amor. Aunque amar a los objetos es como una enfermedad. Amar a las palabras quizá sea parte de lo mismo. Pero las palabras vinieron de una imagen, de una sensación, de algo que no es materia, es más como perder un alma, como perder el alma propia, o un al menos un poquito...